El desenvolvimiento de las actividades humanas ocasiona algún tipo de degradación de los recursos, que constituyen la base de los procesos productivos, pero con especial referencia a la seguridad alimentaria y el acceso equitativo al agua para consumo humano. El crecimiento de la población, y la presión que ejerce sobre la producción de alimentos y recursos naturales, constituye uno de los aspectos que toma más perfil, de la relación medio ambiente-desarrollo.
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible incluye 17 objetivos. Estos objetivos constituyen un esfuerzo holístico y propositivo sobre viejos y nuevos problemas, van desde: la erradicación de la pobreza, reducción del hambre; garantizar una vida sana; garantizar educación inclusiva equitativa y de calidad; igualdad entre géneros; garantizar disponibilidad de agua y su gestión sostenible y saneamiento para todos; garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna para todos; promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenido para todos; reducir la desigualdad; lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, recibientes y sostenibles; garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles; combatir el cambio climático y sus efectos; conservar y utilizar en forma sostenible los océanos, los mares y los recursos marinos para el desarrollo sostenible; proteger, restablecer y promover el uso sostenible de los ecosistemas terrestres, gestionar los bosques de forma sostenible, luchar contra la desertificación, detener e invertir la degradación de las tierras y poner freno a la pérdida de la diversidad biológica; promover sociedades pacíficas e inclusivas, facilitar el acceso a la justicia para todos y crear instituciones eficaces, responsables e inclusivas a todos los niveles; fortalecer los medios de ejecución y revitalizar la Alianza Mundial para el Desarrollo Sostenible.
Referirse al subdesarrollo significa, siempre y necesariamente, hablar del desarrollo. Si no se señala o destaca la falta de desarrollo, no puede decirse qué es subdesarrollo. Esta alternativa se materializa en la realidad del país subdesarrollado, que experimenta, al mismo tiempo, la necesidad y la imposibilidad de desarrollarse.
Podemos hablar de varios modelos de desarrollo o estilos de desarrollo, que han tenido un carácter dominante en el contexto occidental. John McKay, citado por Luis J. Herrero, distingue varios de estos modelos, entre los que destacan:
Modernización (entre 1945 y mediados de los setenta). Desarrollo y crecimiento se consideran idénticos; evolución social por medio de la ciencia y la tecnología.
Teoría de la Dependencia (mediados de los 70). Sistemática explotación del Tercer Mundo; subdesarrollo dependiente; superación del vínculo con el sistema mundial.
Necesidades Básicas (principios de los 70). Reacción al predominio de los valores económicos; prioridad en las necesidades básicas de la vida (salud, alimentación, vivienda, educación).
Ajuste Estructural (crisis de los 70). Vuelta a las consideraciones económicas; reestructuración de las economías con medidas liberales; disminución de la intervención gubernamental en la gestión económica a favor del mercado.
Internacionalización del capital (años 70 y 80). Internacionalización de la producción; Nueva división internacional del trabajo; expansión del sistema financiero internacional; influencia de las empresas transnacionales en el capitalismo postindustrial; añadimos un modelo.
Globalización y formación de bloques económicos (años 90 e inicios del siglo XXI). Cumbre de Río Eco 92. Globalización económica y financiera, formación de bloques económicos, mayor atención a los fenómenos ambientales globales como el calentamiento global, el efecto invernadero, la necesidad de nuevas formas de energía.
Para Guy Peters la Gobernanza es: ‘… el proceso que proporciona dirección a la economía y a la sociedad. Gobernanza, por lo tanto, será entendida como una meta que direcciona la actividad, que requiere instrumentos para identificar lo que la sociedad desea que se haga y, luego, examinar los medios para alcanzar las metas colectivas’. Cualquier interpretación de gobernanza debiera focalizar su atención sobre la prosecución de metas colectivas, más que en metas de actores individuales, o de grupos específicos de interés.
En esta perspectiva de gobernanza el Estado, estimamos, tendrá a futuro una participación creciente. La función de planificación, programación y pensamiento de largo plazo se constituye en una necesidad de cara a proteger ‘El Bien Común’, que es básico en la ecuación para expandir la democracia a través del fortalecimiento de una cultura de derecho.